La cavitación es un tratamiento de belleza que se ha hecho muy popular en los últimos tiempos. Este tratamiento consiste en aplicar una sobrepresión generada por unas ondas ultrasónicas con el fin de romper las células adiposas y acabar con los depósitos grasos localizados. Cuando la célula adiposa es destruida, la grasa localizada se transforma en una sustancia líquida que será eliminada a través de la linfa y las vías urinarias; en definitiva, viene a ser una especie de liposucción no invasiva y sin operación, pero lo que cabe destacar principalmente es la seguridad de su práctica, la cual no conlleva riesgo alguno.

El motivo por el que se recurre a este método es el deseo de disminuir el volumen en una determinada zona de nuestro cuerpo. Aunque el principal motivo por el que se recurre a la cavitación es el de la pérdida de peso, lo cierto es que conlleva otras consecuencias de carácter muy positivo como la estimulación de la circulación sanguínea y el incremento de la facilidad que pueda tener nuestro cuerpo para eliminar líquidos.

Gracias a la cavitación el tejido se recupera eliminando la piel de naranja y la piel de colchón, dotando a la piel de su aspecto inicial, ya que le aporta un incremento de la elasticidad y aumenta el tono del tejido.

Para aplicarse un tratamiento de cavitación será necesario consultar con su médico de cabecera en los siguientes supuestos:

–          Si la persona tiene un marcapasos u otros dispositivos similares implantados

–          Personas con niveles de colesterol y triglicéridos elevado

–          Aquellos que sufran de una insuficiencia renal o hepática

–          Personas que tengan algún tipo de problemas de oídos

–          Mujeres embarazadas o que se encuentren en periodo de lactancia

La cavitación no conlleva ningún tipo de riesgo para la salud, pero sí es muy importante que sea aplicada por un especialista técnico y con un equipamiento de calidad. Para que sea efectivo se deberá de aplicar de diez a doce sesiones de unos 30 minutos y tras ellas sería conveniente recurrir a técnicas de drenaje como la presoterapia para facilitar la eliminación de toxinas. Durante este proceso es importante llevar una dieta proteica y beber 1’5 litros de agua al día.